Era un 30 de febrero, y a pesar del frió, yo me encontraba de nuevo en la estación esperando.
Esperando como todos los 30 de febrero intentar encontrara alguien, esperando volver a vivir lo vivido, idealizando un reencuentro del pasado, imaginándome en tierras lejanas y ardientes desiertos, rememorando a gallardos caballeros y hermosas princesas, recordando asombrosos bailes e intrigas ocultas, besos del pasados y aquellos que no pudieron ser.
Era un 30 de febrero y yo esperaba a mis amigos y aquellos que nunca supieron que lo fueron... esperando que el tren llegara a la estación.
Desde donde me encontraba podía escuchar su errático movimiento y su estrepitoso silbido Y en cuestión de segundo todo se volvió cámara lenta, pude ver como la gente corría y lentamente flotaba por los aires papeles por doquier. pude ver como caían libros, diarios y bolsos, y como se volvían un recuerdo de lo alguna vez se tuvo.
Era un 30 de febrero cuando el tren desemboco con toda su furia contra la estación.
Y fue un 1 de marzo cuando desperté y di gracias que no existiera el 30 de febrero y que no viviera cerca de una estación de trenes
domingo, 26 de agosto de 2018
30 de febrero
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